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¿Qué dicen los búhos?

CUARTA EDICIÓN | 22 SEPTIEMBRE, 2021

Del desarraigo de las ciudades a la acción social

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Desde hace algunos años he tenido un —constante— debate interno sobre el sentimiento de pertenencia con la ciudad que nací y crecí. Es complejo. La Ciudad de México, al igual que otras urbes, está inmersa en una dinámica multifacética en la que conviven las desigualdades históricas —y las pronunciadas durante las últimas décadas— con las cotidianeidades lujosas y altivas de un sector focalizado. Creo que en este debate siempre retomaré aquella descripción que Marwan y Drexler le dieron a Madrid en su canción “Puede ser que la conozcas”; porque efectivamente, a pesar de estar destinada a una ciudad en particular, en el fondo, podría hablar de cualquier ciudad en la que nos encontramos actualmente[1]:

Samuel Rosas

Licenciado en Economía por la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco y estudiante de la Maestría en Desarrollo Social en la Universidad de Sonora.

Por Samuel Rosas

Ella es tan cariñosa y tan sentimental.

Te acogerá, ella abre sus brazos a cualquiera.

Y, aunque lo oculte, sigue siendo bipolar […]

Puede ser que la conozcas, si te digo que su nombre es Madrid

Profundizaré este sentimiento de desarraigo. No es un aspecto que me gustaría se mantuviera como una simple banalidad. En el fondo, hay aspectos específicos que pueden propiciarlo y están centrados en la deuda latente para con el desarrollo social a la que nos enfrentamos constantemente en este país. Aun más: en el marco de las desigualdades de oportunidades que impactan en el desarrollo mismo de las personas.

En México, por ley[2], el análisis de la pobreza que realiza el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) —desde un enfoque multidimensional— centra la atención en aspectos monetarios (como las líneas de pobreza derivadas de la capacidad de costear la canasta alimentaria y no alimentaria) y aspectos sociales (como la seguridad alimentaria, el acceso a servicios de salud, acceso a la educación y condiciones de la vivienda). Sin embargo, hay algo que no han profundizado completamente los indiciadores mencionados, pero que es latente e intrínseco: el espacio en que se desarrolla la vida.

Veámoslo de esta forma: en una misma ciudad las condiciones de desarrollo y oportunidades que tienen las personas pueden ser completamente diferentes si nos focalizamos en la colonia o micro localidad que habitan. Aquellos que viven en la periferia suelen tener menores opciones de esparcimiento, transporte, centros deportivos o, incluso, centros escolares. Por su parte, quienes viven en el centro —geográfico, económico y político— tienen una oferta basta. Estas condiciones no son esporádicas; así se desarrollaron las ciudades desde su concepción: a través de la centralización. No obstante, la dinámica que vivimos actualmente ha hecho más visibles estas desigualdades y laceran, constantemente, la calidad de vida a la que pueden optar o aspirar las personas.

En la búsqueda de soluciones solemos enfocar la atención en las intervenciones meramente políticas[3] —muchas veces promesas incumplidas ante necesidades vitales—. Creo que nuestra generación ya no se mantiene expectante; en realidad, busca con vehemencia propiciar el cambio y definir una agenda de Acción Social a la que debería prestarse mayor atención. Jamás lo he dudado: las pequeñas acciones, paulatinamente, hacen cambios trascendentales. Podemos —y debemos ser— agentes articuladores de la política social con las necesidades reales que presentan nuestras comunidades.

En la última década ha crecido con fuerza un movimiento de incidencia social que centra sus esfuerzos en el empoderamiento para la transformación y revitalización de la vida pública en las ciudades[4]. Este enfoque busca generar responsabilidades compartidas entre los actores públicos, privados y la sociedad civil para impulsar la transformación y el desarrollo de los asentamientos humanos. Sin embargo, como mencioné previamente, considero que la sociedad civil es el agente articulador que propiciará el cambio en el paradigma actual.

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Fuente: Cobertura 360.

La meta es crear ciudades “más humanas”; comunidades participativas que comprenden los problemas y generan soluciones prácticas, innovadoras y asequibles. Todos conocemos áreas de oportunidad en nuestras localidades; todos podemos aportar algo. El intercambio de opiniones con nuestras familias, vecinos o compañeros de clase y el reconocimiento de problemas en común en nuestro entorno pueden ser nuestros primeros pasos. Los siguientes, preferiría no delimitarlos e impulsarlos a reflexionar en las diversas acciones que podemos realizar. Inspirémonos en quienes ya han iniciado esta travesía.

En Ciudad Juárez, un comité vecinal sumó esfuerzos con el Fondo de Arte Fronterizo e intervinieron una cancha de basquetbol a través de arborización y pinta con el fin de brindar espacios más seguros para la convivencia comunitaria e impulsar el deporte. Mientras tanto, en Puebla, una Asociación Civil contactó a los vecinos de una de las colonias con mayor rezago social de la ciudad con el fin de brindar talleres gratuitos en los que les permitieron tener un acercamiento vivencial con el arte. Asimismo, en Mérida, un grupo de estudiantes decidió intervenir el parque más cercano a su escuela a través de limpieza y colocación de mensajes escritos con gis en el piso con el fin de inspirar a más personas a acercarse a este espacio[5].

Ese es el ideal que tengo sobre el espacio público: un lugar de coincidencias comunes en el cual, a través de una serie de pequeñas acciones, podemos brindar nuevas oportunidades de desarrollo para todos. Es con base en este ideal que el debate interno sobre el sentimiento de pertenencia en mi ciudad de origen ha crecido durante los últimos años. No me malinterpreten; la Ciudad de México también tiene personas y organizaciones que constantemente buscan impulsar la incidencia social.  No obstante, creo que mis siguientes pasos deben darse en un entorno diferente; uno en el que me encuentre ante el constante proceso de reconocimiento y crecimiento, no solo personal y académico, sino en mi corresponsabilidad social.

De esta forma llego a Hermosillo; de esta forma llego a la Universidad de Sonora: con un ideal muy claro sobre lo que el habitar y vivir una ciudad —y nuestras acciones intrínsecas— deberían brindar. 

[1] Abu-Tahoun, Marwan; Drexler, Jorge. Puede ser que la conozcas.

[2] Véase: DOF. Ley General de Desarrollo Social.

[3] Entiéndase como: propuestas presentadas por actores políticos, principalmente en el marco de comicios o asambleas.

[4] Véase: Egger, Tamara; et.al. Placemaking: 4 intervenciones innovadoras para transformar la vida pública en México.
[5] Para más información, véase los proyectos desarrollados por Fundación Placemaking México (https://placemaking.mx/) o Nómada Laboratorio Urbano (https://www.nmdlab.com/).

Fuentes Consultadas

Abu-Tahoun, Marwan; Drexler, Jorge (2015). Puede ser que la conozcas. En: Apuntes sobre mi paso por el invierno. España: Warner Music [canción]. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=k4DbYg1bgkc.

DOF (2018). Ley General de Desarrollo Social. México: Diario Oficial de la Federación [en línea]; pp. 8 - 13. Disponible en: http://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/pdf/264_250618.pdf.

Egger, Tamara; López, Juan; Razu, David (2018). Placemaking: 4 intervenciones innovadoras para transformar la vida pública en México. Estados Unidos: Banco Interamericano para el Desarrollo [en línea]. Disponible en: http://blogs.iadb.org/ciudades-sostenibles/es/4-intervenciones-innovadoras-para-transformar-la-vida-publica-en-mexico/.

PPS (2021). What is placemaking? Estados Unidos: Project for Public Spaces [en línea]. Disponible en: https://www.pps.org/our-team.

Think City (2021). Placemaking. Malasia: Think City [en línea]. Disponible en: https://thinkcity.com.my/placemaking/.

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